¡Feliz Navidad!

¡Felices fiestas a todos los técnicos y químicos de corazón!

Que esta Navidad sea tan pura como un solvente de alta calidad y tan brillante como un cromatograma perfecto. Que la alegría fluya como una fase móvil constante y que los momentos especiales se retengan en vuestros corazones como un buen pico de separación.

¡Que el espíritu festivo sea más estable que una columna bien equilibrada! 🌟🎄

¡Feliz Navidad!, El Cromatografista.

P.D.: En estas fechas, no rompan nada. Dejen a sus técnicos disfrutar de sus familias.

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El Twister, la batalla de los siloxanos.

Llevaba tiempo sin pasarme por aquí y no por falta de ganas. Pues bien, voy a realizar una entrada más bien práctica y de nicho. Voy a hablar un poco de los Twisters y me voy a centrar en los siloxanos y su posible problemática a raíz de ciertas llamadas recurrentes que, de un tiempo a esta parte, he recibido de varios clientes.

Lo primero es dar un poco de contexto y explicación de lo que son los Twisters y para qué se usan. Los Twisters son unos imanes con un recubrimiento polimérico que sirven para extraer gran cantidad de compuestos volátiles y semivolátiles presentes en muestras gaseosas y líquida.

El nombre de Twister viene del inglés Tornado, y es por la forma de vórtice que toman la muestra líquida cuando está agitándose en el proceso de captación de compuestos.

Una vez estos Twisters llevan adheridos los compuesto de interés de nuestra muestra, se han de extractar para su análisis bien por medios químicos (los menos habituales), bien por medios físicos (mediante calentamiento). Un cromatógrafo de gases hará el resto del trabajo analítico de separación, caracterización y cuantificación de nuestra muestra deseada.

Los Twisters son muy útiles para analizar los COV (Compuestos Orgánicos Volátiles) en diferentes áreas, como el medio ambiente, la comida o la medicina. Los Twisters, como casi cualquier invento conocido, también se pueden estropear afectando a su rendimiento y por tanto a la calidad del resultado analítico. Cuando un Twister se fastidia, es como si lo hirieran, el twister sangra. No es que esté usando una figura literaria, es un efecto químico que se define con esa terminología, sangrado. Su sangrado no es líquido, tampoco es rojo y no sé si tiene sabor a hierro porque nunca me he introducido un Twisters en la boca, ni intención tengo de ello.

Ese sangrado corresponde con cierta familia de compuestos llamados siloxanos. Esos siloxanos provienen del mismos compuesto polimérico que nos ayudaban a retener nuestros compuestos sobre la superficie del Twister, cuando ya no están fijados al mismo, se desprenden y tienen que ir hacia algún sitio.

Del inyector a la columna y de la columna a la fuente del espectrómetro de masas sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar los… Ehhh, espera, esta frase es de la última partida del Monopoly que he jugado con mi hija Carolina. No se puede estar a todo, al final está claro que se terminan mezclando conceptos.

Retomemos la frase. Del inyector a la columna y de la columna a la fuente. En la superficie de ambas, se va depositando de tal forma que hace que las columnas no funcionen bien y pierdan eficiencia. Lo que sí he comprobado en las fuentes de los espectrómetros de masas es que ocurre un efecto que me parece curioso. Brilla, pero brilla muchísimo. Hasta el punto que las primeras veces te da por pensar que esa fuente no está sucia. Que brilla tanto porque está limpísima. Nada más lejos de la realidad, el brillo lo proporciona ese sangrado. Si queremos que el equipo vuelva a funcionar de forma normal, deberemos remangarnos y prepararnos para limpiar. Hay que limpiar todos esos restos de siloxanos.

Para evitar estos líos, es importante controlar la cantidad de siloxanos y tener ciertas precauciones y consideraciones al trabajar con muestras que se están analizando mediante Twisters, algunas de ellas son:

  • Elegir el recubrimiento polimérico más más adecuado para el tipo de muestra y lo que se quiere analizar. Hay diferentes tipos de recubrimiento polimérico disponibles para los Twisters, con distintas polaridades y selectividades.
  • Limpiar bien los Twisters antes y después de cada análisis. La limpieza se puede hacer calentándolos mucho o usando disolventes orgánicos apropiados.
  • Controlar las condiciones de calentamiento de los Twisters en el sistema GC-MS. La temperatura, el tiempo y el flujo del gas portador deben ser óptimos para sacar todos los COV bien y sin quemar mucho los siloxanos.
  • Usar un sistema de purificación del gas portador para quitar posibles restos de siloxanos que haya en él.
  • Hacer un mantenimiento periódico del espectrómetro de masas para quitar los restos que se pueda haber depositado en la fuente de iones o en el analizador.

Aparte de lo anterior, hay otro factor que puede contribuir al deterioro de los Twisters y es la vejez. No quiero decir con ello que los analistas de avanzada edad provoquen efecto pernicioso alguno en los Twisters. Son los Twisters de avanzada edad, los que, cansados de vivir, sangrarán y generarán efectos perjudiciales en nuestras analíticas, en nuestros equipos y en la salud mental de los analistas con independencia de la edad del trabajador.

Caso práctico: Cliente se queja amargamente que la sensibilidad de su equipo. es malísima y que tiene que limpiar la fuente de su espectrómetro de masas casi a diario. Al principio se sospechará de alguna muestra, después se sospechará del gas portador, después del portal de inyección, de la neumática o incluso de la capacidad o modo de calentamiento de las diferentes zonas del Cromatógrafo. Puede que sí, y que tengamos una avería en nuestro instrumento, pero ante esto, otra de las probabilidades es que nuestros Twisters estén sangrando en exceso y lo tengamos todo “perdido” de siloxanos.

Como ya he nombrado antes, el sangrado puede dejarnos el equipo completamente ciego e inoperativo. Hay un proverbio antiguo romano que reza: “Quien evita la ocasión evita el peligro”. La mejor forma de evitar dejar la fuente perdida de siloxanos es controlar el aporte de siloxanos a nuestro equipo. El ion 281 es uno de los iones característicos de este tipo de sangrado . Si añadimos un compuesto llamado siloxanos que monitorice este ion en nuestras muestras, podremos discernir por comparación con Twisters que sean nuevos y estén en buen estado, si debemos jubilar ese Twister en concreto. Y cómo siempre se ha dicho que una retirada a tiempo es una victoria; retirar a tiempo los Twisters de nuestro material de uso en el laboratorio nos evitará paradas innecesarias por mantenimiento en nuestro equipo.

Por cierto, una nota para aquellos que trabajen con un QQQ. Se puede añadir el mismo compuesto buscando la transición 281 a la 281 con energía de colisión 0V. O lo que es lo mismo, si buscamos el ion característico de los siloxanos y lo dejamos pasar por la celda de colisión sin proporcionarle ninguna energía de ruptura, al final detectaremos el mismo ion. Digamos que sería la forma de hacer un pseudo SIM mediante un falso MRM. No sé si me ha quedado demasiado técnico este párrafo, pero seguro que si eres usuario de este tipo de equipamiento, estarás familiarizado con esta terminología.

Los Twisters, al igual que las personas, si se cuidan, pueden vivir más. Para la conservación de los Twisters, os puedo dar lo siguientes consejos:

  • Guardar los Twisters en un lugar seco, oscuro y fresco, los Twister vienen distribuidos dentro de unos viales, esa es su casa y donde realmente descansan felices, cómodos y seguros esperando ser utilizados.
  • Evitar que los Twisters toquen el aire o el agua durante su limpieza. Esto incluye que nos aseguremos de la calidad de los Gases que estemos usando con ellos. Intentaremos evitar siempre los generadores de gases, ya que estos siempre dejan un cierto nivel residual de oxígeno.
  • Usar guantes para tocar los Twisters. En la medida de lo posible, usar pinzas, que si son de plástico nos ahorrará luchar contra el magnetismo del Twister.

Si tienes alguna duda sobre los Twisters o sobre su uso y aplicaciones, te recomendaría que te pusieses en contacto con GrupoBiomaster. Ellos son los distribuidores en exclusiva en España de Gerstel, que son los fabricantes de los Twisters y los que han generado todo un ecosistema de instrumentación para la explotación de la tecnología de los Twisters. También encontrarás información y videos en la web de Solventalia, poco a poco iremos añadiendo más información y videos de cómo dar un correcto trato a vuestros equipos.

La aparición de problemas es nuestros GCMSD o GCQQQ no siempre están relacionados con un avería instrumental como tal. Ya habéis visto que los siloxanos puede ser algo muy ajeno al instrumento. Una buen diagnóstico del foco del problema es crucial para poder solventar de manera exitosa dichos inconvenientes. Es por esto que me veréis repetir una y otra vez, de forma incansable y cansina en cada una de las entradas de El Cromatografista: No hay peor avería que aquella que no existe.

Hacedme los comentarios que queráis, por la vía que os sea más cómoda. Intento siempre contestar a todos vuestros mensajes. Si queréis ser de los primeros en saber cuándo hay una nueva entrada en el blog, os recomiendo que os suscribáis al canal de Telegram de este blog https://t.me/ElCromatografista ya que allí se anuncia de forma automática cualquier entrada que haga en el blog.  

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Cuando la eficiencia deja de ser eficaz.

En este mismo momento estoy volando a Francia para ver a la bisabuela de mi hija, y no me he podido resistir a escribir esta entrada después de oír las críticas del pasajero de la fila de delante sobre la eficiencia de una de las auxiliares de vuelo. Eficiencia y eficacia, seguramente habréis escuchado estas dos palabras muchas veces, pero ¿sabemos realmente lo que significan y cómo se diferencian? ¿Es lo mismo ser eficiente que ser eficaz?

En esta publicación voy a alejarme del término de eficiencia descrito como una cualidad de nuestras columnas o métodos analíticos. Esto podría dar de por sí para otra entrada en este blog que no descarto hacer en un futuro. Vamos a definir y tratar estos conceptos de una forma mucho más general. Según el diccionario de la Real Academia Española, eficiencia es la “capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado”. Por su parte, eficacia es la “capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”.

A simple vista, parecen sinónimos, pero hay una diferencia clave: la eficiencia se refiere al uso óptimo de los recursos disponibles para alcanzar un objetivo, mientras que la eficacia se refiere al cumplimiento del objetivo en sí, sin importar los medios empleados.

Un ejemplo para ilustrar esta diferencia podría ser el siguiente. Supongamos que tenemos que preparar una muestra para un análisis cromatográfico. Si queremos ser muy eficientes, podríamos usar el mínimo de solvente, el mínimo de tiempo y el mínimo de material. Pero si eso hace que la muestra no se disuelva bien, que no se eluya correctamente o que no se detecte adecuadamente, entonces estaríamos siendo ineficaces. Por otro lado, si queremos ser muy eficaces, podríamos usar mucho solvente, mucho tiempo y mucho material. Pero si eso hace que desperdiciemos recursos, que generemos más residuos y que aumentemos los costes, entonces estaríamos siendo ineficientes.

Está claro que tanto los servicios analíticos de las empresas de nuestros clientes, como el precio de los equipos y soporte que prestamos tendrían un precio final disparatado e inasumible si no se buscara en forma alguna la eficiencia.

Dicen que en el equilibrio está la virtud. Las políticas de estrictos recortes de recursos, tanto en material como en mano de obra, enarbolando la bandera de la eficiencia llevan directos a la ineficacia. ¿En el equilibrio está la virtud? Perfecto, no me queda otra entonces que pensar que muchas de las empresas que conocemos están dirigidas por desequilibrados.

Me da igual que sean clientes, empresas proveedoras de instrumentación o empresas de soporte. Voy a poner todo en el mismo saco. Cuando hacer las cosas de la forma más rápida, económica y fácil posible, se convierte en un fin en sí mismo, el resultado final es que el trabajo no sale.

Estas políticas cortoplacistas pueden llevar a la ruina a tu empresa, estropear tu trabajo y llevar a la más absurda de las desesperaciones. En la actualidad, lo rápido, lo efímero y lo transitorio parece que inunda nuestras vidas. Lejos quedan ya esas hojas de ruta bien marcadas en las que se definían unos objetivos bien claros. Todos los movimientos hacia ese fin estaban marcados por varios objetivos intermedios. Los procesos duraban varios años y el mercado reconocía, poniendo en valor, los esfuerzos y decisiones que se habían tomado por el camino.

Entonces, ¿cómo encontrar el equilibrio entre eficiencia y eficacia? Bueno, eso depende de cada caso y de cada situación. Lo ideal sería poder ser eficiente y eficaz al mismo tiempo, pero eso no siempre es posible. Por eso, hay que evaluar cuáles son nuestras prioridades, limitaciones y oportunidades. Debemos tener en cuenta el contexto en el que trabajamos, las necesidades de los clientes o usuarios, las características de nuestra muestra y del método analítico, etc. Y sobre todo, debemos tener claro cuál era el objetivo final y cómo vamos a medirlo.

Por favor señores clientes, recortar la calidad y la cantidad de sus consumibles puede ser tan peligroso como poner en mano de personal no debidamente adiestrado el manejo de sus equipos analíticos.

A las empresas proveedoras de servicios de soporte e instrumentación les pediría que no se engañaran a sí mismos. La imposición de medidas restrictivas en material o recursos humanos puede parecer una forma de optimizar recursos, pero en un mundo complejo, con instrumentos complejos, si se quiere ser eficaz, no se puede poner todo en manos de la eficiencia. Los servicios y proyectos denominados inteligentes, del inglés “smart” son peligrosos. Sobre todo si no tienen en cuenta el grado de satisfacción final del cliente. Por supuesto, no hay que derrochar recursos, pero tampoco escatimarlos.

Cuando alguien se hace un corte y se dirige a su centro de salud u hospital, espera que lo atienda un profesional de la salud. No nos gustaría saber que una persona que no está adecuadamente formada esté tomando decisiones sobre que tipo de sutura usar o el tiempo que ha de dedicar a cerrar la herida. Lo mismo no se necesita movilizar un quirófano dentro de una cámara hiperbárica después de realizar una resonancia magnética para la sutura, pero también tengo claro que el administrativo que está en la puerta y que toma nota de nuestra entrada al hospital no es quien tiene que decidir la ruta o medios a disponer.

Cuando la eficiencia deja de ser eficaz, no se termina de reparar la avería del instrumento, no se acaba de formar bien al cliente y no se consigue cerrar la instalación a tiempo. En este punto, ni nuestros objetivos, ni los del cliente, llegan a cumplirse. Cuando la eficiencia deja de ser eficaz e imposibilita el cumplir con los objetivos, es cuando una vez más se confirma esa máxima que repito como un mantra: no hay peor avería que aquella que no existe.

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Hablando de Jefes.

A Carolina le gustó tanto la experiencia de grabar la semana pasada que ha pedido repetir. Esta semana hablamos de jefes.

Recordaros que no hay peor avería que aquella que no existe.

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Entrevista de Carolina.

Que aparezca un micrófono por casa y que tu hija quiera jugar con él, hace que pasen cosas como esta.

Queda oficalmente inagurada la sección de Podcast de El Cromatografista.

Recordaros que no hay peor avería que aquella que no existe.

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La indigestión del software de gestión.

En la actualidad, el día a día, el flujo de información, la facturación, el material que gastas, el material que devuelves e incluso el control de las horas que dedicas a una tarea son procesos y tareas que se intentan monitorizar a través de un software de gestión.

¿En brazos de que deidad debemos echarnos para poder entender qué es el CRM y el ERP?

Como siempre, sin ánimo o pretensión alguna de sentar cátedra, voy a dar mi punto de vista de qué son, para qué sirven y sobre todo de cómo nos afecta este tipo de software en el desarrollo de nuestro trabajo diario.

Vamos primero con la definición formal. Las siglas provienen del inglés, CRM (Customer Relationship Management) y ERP (Enterprise Resource Planning). Son dos sistemas de software de gestión. El primero está orientado a la relación con los clientes (ventas, marketing y servicios), y el segundo orientado a la gestión de los recursos de la empresa (inventario, finanzas, producción, recursos humanos y logística).

En la práctica, la gran mayoría de Software que se comercializan para este tipo de tareas tienen la capacidad de abarcar todas y cada una de las tareas y procesos que acompañan al desarrollo de la actividad de una empresa. Su implementación, bien porque se haga por primera vez, bien porque se migre a un proveedor de software diferente, no resulta un camino sencillo y sin baches que sortear. Existen cuatro fases que son cruciales en dicha implantación a mi entender:

  • Fase inicial de diseño: Esta es la parte en la que se debe decidir qué es lo que se va a codificar, cómo se ha de codificar y que valores nos interesa poder rescatar del sistema.
  • Fase de grabado de datos: Este es el punto en el que la organización hará de “machaca” mecanizando todos los datos existentes antes de que se puedan añadir datos nuevos al sistema.
  • Fase de puesta en marcha: Aquí se empezará a trabajar propiamente con el software. Es cuando suelen aparecen los problemas, y uno se percata de todo aquello que no tuvo en cuenta en la fase inicial de diseño.
  • Fase de mantenimiento: Última fase del sistema en la que se supone que se han de hacer los mínimos cambios posibles en la nueva plataforma. Sólo se ha comprobar que todo va funcionando como debe.

Existen dos realidades muy tozudas en este tipo de implementaciones. La primera, es que todo el protagonismo se lo suelen llevar los departamentos de finanzas y ventas. Que nadie se lleve a engaño, esos dos departamentos son los realmente poderosos en una empresa. Manejan la mayor cantidad de dinero, y por ende, dónde “se parte el bacalao”. La segunda realidad, es que no hay ningún software que se adapte completamente a las necesidades de las empresas. Siempre hay puntos de fricción y huecos que rellenar.

En Soporte Técnico, las sendas que recorren la implementación teórica de estos sistemas con respecto a su aplicación real, divergen de manera irreconciliable. Ser considerado el hermano pobre prescindible de una empresa, hace que termine por no preocupar como se han de acoplar estos sistemas a Soporte Técnico. Unir la rigidez de un algoritmo con el trabajo de un Ingeniero de Soporte resulta absurdo. Sí, señores programadores, sus algoritmos no entienden de la vida real. Casi cada visita, casi cada cliente, conlleva una casuística nueva. Tanta variabilidad hace que el algoritmo se vuelva loco y haga aguas.

A esta situación habrá que sumarle las aplicaciones móviles, diseñadas para que el técnico no toque la solución de escritorio ni con un palo no la vaya a romper. Según este tipo de sistemas, nosotros no estamos para entender nada, estamos para ejecutar. Para ello, tendremos una aplicación móvil para interactuar con el sistema, y será aun más rígida si cabe: no permitirá tener al técnico la visión general del proceso.

Si no podemos cerrar el ciclo de vida de una reparación será porque no lo hemos hecho como se debía, nunca porque el software no haya contemplado dicha circunstancia. A esta última parte es a la que personalmente llamo “la dictadura de las tecnologías de la información”. A día de hoy, es prácticamente imposible que alguien desarrolle un software que se adapte a nosotros, nosotros nos tenemos que adaptar al Software sin más opción.

Pertenecemos a un departamento de servicio. Nuestro trabajo debería de estar enfocado hacia nuestros clientes, para que ello revirtiera en nuevas compras en el sistema. Por tanto, el primer daño colateral de este tipo de implementaciones es el cliente: documentos y formularios infinitos a rellenar para realizar parametrizaciones que no se usarán jamás; procesos de compra, venta, traslado de material, generación de partes de trabajo… Todo es eterno, con tantos pasos que hacen desaparecer la inmediatez que se nos debe suponer en nuestro trabajo.

Señores empresarios, no llego a entender el concepto de querer complicar la digitalización de su empresa. Comprendo que el comercial que está realizando la implementación de este software le habrá prometido un paraíso lleno de incrementos de ventas, oro, gemas y piedras preciosas. La verdad saldrá a la palestra tarde o temprano. Este tipo de procesos puede no digerirse bien en muchas organizaciones, haciendo parar su negocio. Llegado a ese punto de indigestión, todo lo que devuelve el sistema es una diarrea de decisiones y documentos proporcional al grado de complejidad al que se ha querido llegar.

Programadores de software de gestión, entiendo que lo que no se mide, no se cuantifica. Y aquello que no se cuantifica no tiene capacidad de mejora. Pero esa mejora no puede ser a coste infinito. No comprendo que se arriesgue la existencia de una empresa por la mejora de la empresa en si misma. Queréis que todo el mundo diga: “Sí, por favor, pégueme un tiro en el pie, seguro que cuando me recupere seré capaz de correr más rápido”. No concibo que tal sacrificio humano y empresarial sea el precio a pagar para que su sistema sea eficaz. Todo esto es lo que provoca en mi la indigestión del software de gestión.

Recordaros por último lo que siempre os digo. No hay peor avería que aquella que no existe.

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Sangre fresca.

Bueno, al lío, y es que de una forma un tanto aleatoria, tres personas diferentes, en tres circunstancias distintas y sin relación aparente entre ellas, me han recriminado la usencia en todo este tiempo de nuevas entradas en “El Cromatografista”. Así que, agacho la cabeza, aunque sea para escribir sobre el teclado y vamos a desarrollar un nuevo tema a ver hasta donde nos conduce.

Motivado por uno de los eventos que han ocurrido durante estos últimos meses, que ha sido la incorporación de nuevos miembros a nuestro equipo de trabajo, vamos a intentar entender qué representa esa “Sangre Fresca” dentro de nuestra organización.

Con la llegada de alguien nuevo a una organización, se suele generar un cierto nivel de estrés que va desde las inquietudes y el desconocimiento de todos los entresijos de su nueva empresa, hasta la carga extra de trabajo que genera en los miembros ya existentes en la organización: darle de alta administrativamente, formarlo en todos los procesos, proporcionarle todos los medios para que pueda desarrollar su trabajo…

Si de lo general intento pasar a lo particular que nos incumbe en este blog, puedo afirmar, sin mucho riesgo a equivocarme, que la introducción de un nuevo técnico en un equipo de trabajo es un proceso complicado, pero que cuando sale bien es muy gratificante.

Tal vez, del proceso de entrada, me quedaría con la mentorización de ese nuevo miembro, ya que no es algo baladí. El buen o mal desempeño en el puesto de trabajo que desarrollará el nuevo empleado dependerá en gran medida de este proceso. Elegir a las personas adecuadas que sepan acompañar y formar en estos primeros meses a estos nuevos miembros puede ser tan importante como hacer un buen proceso de selección de candidatos.

Ese proceso de mentorización, cuando está bien hecho, dará como resultado el acelerar la puesta en marcha y valor de ese nuevo recurso que pasará a llamarse compañero. En algunos casos se puede saltar de compañero a amigo. Y es que lo que une una avería, difícilmente lo separará un cliente…

La incorporación de sangre fresca no es siempre fácil. Y es que siguiendo el analogismo sanguíneo, introducir sangre de un grupo sanguíneo no compatible con nuestro sistema puede tener consecuencias nefastas.

En lo personal, me gusta pensar en esa sangre fresca como un espejo donde reflejar mis defectos para ayudarme a mejorar. Y es que es más fácil ver los errores en los demás que en uno mismo. Tomar consciencia de tus fallos, aunque sea en la piel de otro, es la única forma real de poder optar a corregirlos.

Pero cuidado, si eres Sangre Fresca”, estarás expuesto a esos seres vampíricos llamados clientes (esto de escribir el 1 de noviembre veo condiciona el texto). Siendo Sangre Fresca, apenas te hayas acercado a la puerta de entrada de un laboratorio, sentirás relamiéndose a los usuarios del festín que se van a poder dar contigo. Los puedes reconocer, porque van revoloteando alrededor del técnico novato esperando un desliz, un fallo, un comentario desafortunado para hacer suya la presa, devorarlo y despojarlo de todo su conocimiento sin piedad ni pudor. Luego, orgullosos de la abominable acción, lo expulsarán de sus aposentos culpabilizándolo de todas las desgracias que rodean su laboratorio.

Por favor, señores clientes, todo el mundo, incluso ustedes en algún momento, han empezado un trabajo nuevo, con todo lo que ello conlleva. Sé que es difícil controlar su naturaleza y reprimir su sed de sangre. Piensen que ayudar a un Sangre Fresca es invertir en un nuevo recurso que podrá, antes o después, ayudarles con la problemática de sus equipos y análisis.

Habitual resulta que las empresas proveedoras de soporte técnico intenten asignar a estos Sangre Fresca trabajos para los que no están cualificados realmente, o incluso aquellas tareas que el resto de compañeros de la organización no desean hacer. Si bien soy partidario, como método de evaluación, el someter a un cierto estrés a los sangre fresca cuando ya llevan un cierto tiempo trabajando, abusar de este tipo de acciones puede ser más que contraproducente, provocando un desánimo y una frustración que les hará retrasar su crecimiento profesional.

La incorporación de Sangre Fresca, en un momento dado, puede ser la ayuda a las carencias de un sistema deficitario en mano de obra y recursos. Intentar asumir que la incorporación de “sangre fresca” es por sí misma la solución a esos problemas, es un error que muchas empresas comenten. La expresión “sangre fresca” debería corresponder con el concepto de renovación, y no con el de las ansias del sistema por fagocitar el esfuerzo y la dedicación de los nuevos miembros que han pasado a engrosar su equipo de trabajo.

Por favor, empresas proveedoras de servicios, un Sangre Fresca no es un saco donde tirar todas aquellas tareas que no sabemos cómo gestionar o asignar. No debemos perder la perspectiva de que son futuros técnicos, por lo que están en un proceso de aprendizaje y formación. Aun en esta etapa, no dejan de ser representantes de su marca, y cómo tal, dejarlos en evidencia es dejar en evidencia a su propia marca.

¿Eres un Sangre Fresca? Paciencia, como todo lo que rodea a un análisis cromatográfico, es lo único que te puedo recomendar. Querrás aprender rápido, eso es bueno y loable, pero te voy a hacer el mismo razonamiento que le hice a un director de soporte técnico de una gran marca cuando yo era sangre fresca en mi empresa. “Entiendo que quieras y necesites que vaya rápido, yo voy a intentar aligerar el paso todo lo que pueda, pero si me empujas pensando que así voy a correr más, lo más fácil es que que dé un traspiés y me caiga. Así no vas a conseguir que llegue antes a ningún sitio.”

Emi, Diego, voy aprovechar para daros las gracias de manera pública, y para felicitaros por vuestra puesta en valor en tan poco tiempo. Esta entrada del blog El Cromatografista es culpa vuestra, vosotros fuisteis durante este último año nuestra Sangre Fresca. Ahora ya os habéis ganado el título de Técnicos con sobresaliente.

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 Y para acabar recordaros lo de siempre, no hay peor avería que aquella que no existe. 

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La pérdida de confianza.

Escribir una entrada nueva cada vez que estoy de curso por Alemania se está convirtiendo en costumbre. Hoy me encuentro encerrado en la habitación del hotel huyendo del frío y de la niebla por si esconde en ella algún asesino en serie. En estos momentos creo que sólo tengo dos opciones. Contestar un centenar de correos electrónicos sin mucha importancia o lanzarme a escribir. A estas alturas ya creo que queda más que claro que no tengo interés alguno en leer correos electrónicos.

Esta semana un “manager”, qué poco me gustan las palabras inglesas, dejémoslo en un jefe, me pedía que viésemos la forma de poder devolver a un cliente la confianza en el equipo y en sus resultados.

La verdad es que me cuestra mucho trabajo entender la relación sentimental enfermiza oculta por algunos clientes en mostrar confianza o no en algunos equipos como si de su pareja se tratara. Ale, ya no confío en ti cariño, me he buscado a otra “máquina” que me hace chirivitas con sus leds de colores intermitentes.

¿Y en estos casos qué debemos hacer? ¿Tal vez convertirnos es asesores matrimoniales? ¿Ponemos un anuncio en una plataforma de búsqueda de parejas? Podría ser del tipo de Licenciado en Ciencias Químicas herido por su pareja anterior en la que perdió su confianza, busca pareja analítica. Preferíblemente que use Helio como gas portador y que tenga una buena línea base. Se pide fidelidad, confianza y discrección.

Cuando la inseguridad que provoca la pérdida de confianza de un cliente en sus resultados visita un laboratorio es muy complicado retornarla. Pensemos que las únicas herramientas que tenemos es inyectar muestras y comprobar resultados. O están dentro de la lógica que se espera o no. Si no cumplen con los criterios requeridos, habrá que buscar el motivo de que esos resultados no sean los deseables.

Tambien un cliente puede perder la confiaza en el técnico que le está asistiendo en los problemas analíticos de su laboraorio. Mi experiencia frente a esas situaciones es realmente nefasta. Es realmente complicadísimo que alguien que ya no deposita ninguna esperanza en tus habilidades muestre ningún tipo de empatía hacia tu persona. En ese punto, siempre que sea posible, mi consejo es salir huyendo de ese cliente y que otro compañero se haga cargo de esa situación. Ya bastante complicado resulta enfrentarse a según que problemas en un cliente como para estar remando a contra corriente en una atmósfera tóxica y poco colaborativa.

Pero cuidado, que la falta de confianza puede ser como una veleta y dar media vuelta de forma inesperada y ser el técnico el que pierda la confiaza en el propio cliente. Cuando ese caso se da, la cualificación de las averías se convierte en una caza de brujas, creyendo que uno está siendo troleado por su interlocutor, no pudiendo llegar a obtener conclusiones claras ni de las pruebas que ofrece el cliente ni de sus comentarios.

Bien es cierto que la pérdida de confianza es un mal que puede llegarte en cualquier momento como técnico. Yo mismo lo he sufrido en más de una ocasión. Lo intentas justificar como una racha de mala suerte pasajera. Puedes creer que el culpable de la misma es estar haciendo tareas que te desagradan. O incluso puedes llegar a sentir que has perdido “ese toque” que te hacía diferenciarte de los de tu alrededor y ver los puntos débiles de los equipos cuando otros sólo veían cables y tornillos.

Sea como sea, la pérdida de confianza, es un sentimiento negativo, está claro. Es algo de lo que debemos de alejarnos todo lo que podamos, ya que no nos va a aportar absolutamente nada. Y que si miramos nuestras vidas desde el prisma del hedonismo, es algo en lo que no debemos de caer de ninguna de las maneras.

Toda pérdida lleva consigo la generación de un vacío. Estoy pensando, que lo mismo bien gestionado, podríamos usar todos esos vacíos para ir sustituyendo las bombas de nuestros espectrómetros de masas, y al menos conseguiríamos tener vacío con un nivel de ruido inferior al actual en nuestros laboratorios.

Señores clientes, por favor, no basen los resultados analíticos en la confianza o la falta de la misma. Un resultado, se sostiene por la validez de las pruebas analíticas que haga con su equipo. No hay más. No tienen que acariciar a sus cromatógrafos como si quisieran trasmitirles algún extraño sentimiento de cariño. Un resultado se demuestra empíricamente y, o es válido y defendible; o no es coherente ni usable.

Compañeros técnicos, luchad por no caer en el hastío. Bien por no conocer realmente lo que tenéis entre manos o por dejaros avasallar por el sistema. Uno conoce lo que le han enseñado, bien de forma reglada, bien por la experimentación y los ensayos de prueba y error. El conocimiento y la experiencia son las únicas herramientas de las que disponemos para poder evitar caer en la pérdida de confianza del sistema o lo que es peor, en la pérdida de confianza en nosotros mismos.

Señores fabricantes, sé que el mercado de materias primas anda un poco revuelto últimamente, intenten facilitar el trabajo tanto a los técnicos, como a los clientes, es la única manera de poder ayudar a que el mal de la pérdida de confianza sea herradicado.

La pérdida de confianza, es sin duda, la muestra más certera de nuestras propias carencias, así que si no quieres sentir ese vacío que te puede generar la pérdida de confianza. Ten siempre a mano una buena ración de sentido común y no permitamos que nuestras carencias y debilidades se transformen en pérdidas de confianza.

Esta entrada del blog me voy a permitir el lujo de dedicarla al señor Arranz, ya que es él, quien en una conversación informal con mascarilla y gorro de lana mediante, me ha dado el argumento de esta entrada sin percatarse de ello. Jose Luis, sólo los que te conocen y te tienen cerca saben realmente de tu valía.

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No es sano correr por el extranjero.

Buenas de nuevo y perdonad aquellos que seguís de forma habitual este blog. De sobra sabéis de mi falta de regularidad a la hora de publicar entradas en el mismo, pero creo que ya estoy en un punto que roza la dejadez. Sea como sea, bienvenido, welcome, willkommen, bienvenue, a este mi pequeño refugio digital.

Sí, en estas dos últimas semanas he estado tanto en Alemania, recibiendo la formación en un equipo nuevo; como en Francia, visitando a una prima de mi mujer que se va a casar. Mejor no os cuento el lío mental que hay en mi cabeza con tanto cambio de idioma. Ya en el antiguo testamento, se nos describe la ira de Dios contra el ser humano al intentar crear una torre en la que protegerse de un nuevo diluvio. Y aunque rodeados, como estamos a día de hoy de urbes llenas de rascacielos de dimensiones imposibles, poca cosa parecen esos siete pisos de altura y entre sesenta y noventa metros de altura de la torre de Babel en la que todos idiomas y lenguajes fueron creados, para la desdicha del hombre en general y castigo hacia mi persona en particular.

Sé que tengo muy pocas virtudes y cantidades ingentes de defectos, y está claro que los idiomas son una de las carencias más grandes a las que me enfrento en mi trabajo. Mi nivel de inglés no es ni mucho menos bilingüe, salvo que con bilingüe se quiera definir que cuando uno habla, es como si tuviese dos lenguas en la boca que no le deja a uno pronunciar de una manera entendible para su interlocutor.

No me siento cómodo en un idioma diferente a mi querido castellano materno. Intentar por tanto precisar órdenes, listas de tareas o descripciones precisas en otros idiomas, llevan a confusión, malentendidos y tener que salir corriendo en el último momento. Y creedme si os digo que no es sano correr en el extranjero.

Y es que estos viajes pseudo post-covid que estoy realizando, están llevando a mi cerebro al límite de su capacidad de comprensión con tanto cambio de reglamentación. Creedme si os digo que las obligaciones en la calle o dentro de un comercio cambian de manera drástica casi a diario en función del país o de la región del país en la que te encuentres. He tenido situaciones tan absurdas y dispares como estar en un aeropuerto en una cola de dimensiones megalíticas sin mantener distancia de seguridad alguna con el resto de integrantes de la misma; a tener que hacerme casi un test de antígenos diario para poder entrar a restaurantes a cenar; incluso que la compañía aérea me diga que no me va a dejar embarcar con una PCR realizada porque la autoridades sanitarias de mi país no se aclaran con los plazos que hay que establecer en las mismas.

El caso es que a día de hoy, si sumo el tamaño de mis fosas nasales a la limpieza sometida a las mismas por la toma de muestras que me he tenido que realizar, el resultado puede ser dejar un cocido soso solamente con el gesto de intentar olerlo.

Distintos países, culturas, civilizaciones e idiomas, pero hay gestos universales que dejan bien claro lo que quieren comunicar. El gesto de frotar los dedos pulgar, índice y corazón hacia arriba, denota que quieres saber cuanto cuesta una cosa. O como en este último viaje, ver la cara de un alemán con su mano encima de la boca y los ojos abiertos como dos ensaladeras denota que algo no está yendo bien. Si ese alemán está en un mostrador de atención al cliente de un centro de análisis covid de un aeropuerto la tragedia es inminente. Y es que sí, los alemanes, a pesar de su halo de infalibilidad y de pueblo eficiente, también se equivocan y poner mi muestra de antígenos urgente para poder regresar a España en la bandeja de muestras PCR para dar el resultado al día siguiente es un ejemplo de ello.

Por azar, destino, o conjunción de ambas, las muestras pudieron salir quince minutos antes del embarque de mi vuelo. Así que, tras pedirme perdón unas trescientas veces en el idioma germano y en el de Shakespeare, a correr para cruzar de un extremo al otro probablemente el aeropuerto más grande de Europa, Frankfurt. Con su control de seguridad, con sus pasillos interminables y con su infinidad de puertas de embarque. En fin, no es sano correr por el extranjero.

Ahora, me encuentro haciendo de niñera de cinco niñas, de las cuales sólo una atiende al idioma de Cervantes, ya que son descendientes de Napoleón y hasta el perro que hay aquí, cuando le dices que se tumbe, gira la cabeza enseñándome los dientes. Yo creo que este animal sabe que no soy oriundo de esta tierra. Aquí el gabacho soy yo, ya que gabacho viene de gavach, o lo que es lo mismo, el que no habla bien. He pensado en salir corriendo, pero me da a mi que no va a ser sano hacerlo, sobretodo cuando aparezcan todos los progenitores.

Aun así y con todo esto, soy de los que piensan que salir al extranjero es enriquecedor y que te abre la mente, eso sí, esta noche espero que no me abran nada más, ya que me espera el visionado de un partido de rugby en un bar lleno de gabachos como despedida de soltero. No vaya a ser el demonio que tenga que salir corriendo; y es que no es sano correr por el extranjero.

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El pequeño recién llegado pide que me renueve.

Esta semana pasada he estado de curso viendo las tripas y bondades del nuevo espectrómetro de masas para HPLC de Agilent, su iQ o cómo comercialmente se conoce al G6160A. Con la visita podría dar por sentando que me estoy renovando, pero este instrumento deja a la vista un algo más. No es muy habitual en mi, y desde luego no me pagan por ello, pero voy a hacer una revisión muy personal del equipo.

No voy a hacer un resumen comercial de las especificaciones de este módulo, ya que para eso están los comerciales y las webs de los fabricantes donde es muy fácil encontrar toda esta información. Tampoco voy a valorar el precio ni el posicionamiento en el mercado de este detector. Voy, en cambio, a nombrar las características que bajo mi punto de vista son más reseñables a nivel técnico.

Tamaño: De ancho y fondo ocupa lo mismo que un módulo de HPLC, lo que lo hace ideal para laboratorios con poco espacio. Y es por ello que lo llamo el pequeño, al menos en dimensiones comparado con el resto de la gama.

Facilidad de uso: Se nos ha hecho mucho hincapié en el esfuerzo que se ha hecho en el desarrollo del algoritmo que permite que el software de control seleccione por si mismo las condiciones analíticas a usar por el detector en función del tipo de disolventes y del flujo del mismo. Haciendo que no sea necesario a priori hacer pruebas para ver que flujo de secado o presión de nebulizador son necesarias para la correcta ionización de nuestras muestras.

Facilidad en su reparabilidad: En una mañana monté y desmonté el equipo tres veces y me sobró tiempo para tomar café e ir comentando todo lo que nos íbamos encontrando en el equipo.

En resumen, creo que es un equipo muy valido para confirmación de muestras por análisis espectral y una gran herramienta de confirmación a nivel cualitativo. Y una muy buena opción en aquellos laboratorios donde la cualificación del personal no está orientada a este tipo de instrumentos, ya que con muy poco se puede obtener mucha información de este equipo.

Reconozco que tengo sentimientos encontrados con este equipo, ya que es de admirar el esfuerzo que a nivel de ingeniería que la empresa norteamericana creadora de equipamiento científico y de medida Agilent Technologies ha realizado con este detector. Muy, pero que muy pocos cables en su interior. Pero su mayor virtud, es probablemente lo que menos me gusta. Y es que el trabajo de ingeniero de soporte en este equipo está a priori casi limitado al cambio de una docena de referencias o módulos que son las partes fundamentales del mismo. El fabricante quiere con este equipo hacer una apuesta muy fuerte porque los ingenieros de soporte tengan una orientación mucho más química destinada a la puesta en marcha de aplicaciones analíticas. Parten de la premisa que la parte más cara de una reparación en este equipo es la mano de obra y no los componentes. Quieren evitar, en la medida de lo posible, visitas reiteradas con el mismo problema.

No voy a decir que esté de acuerdo ni que comparta esta perspectiva, lo que sí está claro, es que si en los próximos años, el mercado y los fabricantes apuestan por este tipo de soluciones instrumentales, perfiles como el mío podrían quedar bastante desfasados. Y es que este pequeño recién llegado pide que me renueve.

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